Los temas que despiertan la atención ciudadana generan visitas y un considerable tráfico, y no faltan quienes ven en ello una buena oportunidad. El foco mediático permanente en el coronavirus y el elevado volumen de búsquedas cinéfilas relacionadas con el tema han animado a Blake Ridder, un actor y realizador totalmente desconocido, a subir a YouTube una ‘película’ (en realidad un cortometraje) sobre la epidemia con objeto de ganar popularidad.
¿Ha tenido éxito su acción de picaresca audiovisual? Según se mire. Si se atiende al promedio de visitas de su canal, su Coronavirus. The movie (Short film) es de largo el vídeo que más recorrido le ha reportado, de modo que constituye su viral particular. En un mes ha recibido 126.000 impactos (50.000 en los primeros cuatro días), cifra que contrasta con las obtenidas por sus cortos anteriores (algunas solo con unos cientos de visionados).
Su mayor triunfo hasta la fecha eran las 5.000 visitas de una obra de terror lanzada en 2018 con motivo de Halloween. Si hablamos de suscriptores, ha pasado de los 350 suscriptores a los casi 770. Los ha duplicado, lo que no quita que se mueva en un rango modesto.
Ridder, británico de origen chino, ha explicado su caso en Reddit, donde evidencia que se guía por el autobombo. Más allá del matiz, comenta que la idea le surgió al ver el pico de búsquedas relacionadas con ‘Coronavirus movie’. Quería aprovechar el tirón e intentar posicionarse rápido, de ahí que optara por una producción exprés y low cost.
El autor le ha echado morro, ya que añade la descripción movie cuando se trata de un corto que no llega a los ocho minutos. Es cierto que el título incluye en un paréntesis la aclaración short film, pero resulta evidente que busca aprovecharse del equívoco generado en primer término.
El director y único protagonista encarna a un hombre que contrae el coronavirus tras haber ido a visitar a su familia a Wuhan y que narra a la cámara su vivencia mientras pasa la cuarentena en casa. Los días pasan y dentro de su malestar parece mejorar, aunque como mandan las convenciones pronto empeora.
¿La valoración crítica del corto? Este se adscribe a lo olvidable pero a la vez curioso, aunque cae en lo risible (más que nada por su actuación) a partir del día en que su estado se agrava y los ojos le sangran. Como anécdota, Ridder juega con la conspiranoia, ya que el personaje señala que las autoridades no dicen la verdad sobre la epidemia y aplica una cuestión clásica en este sentido: el recelo acerca del supuesto objetivo oculto de reducir la población mundial.