Las innovaciones se evidencian en el diseño y funcionalidades de los dispositivos que llegan a nuestras manos, si bien no suele repararse en que son el resultado de los avances materializados en el interior, en la parte que no se ve. Un grupo de investigadores de la Universidad de Stanford ha diseñado y probado una batería flexible y elástica que, si trasciende el terreno experimental, abre un horizonte de posibilidades en lo que a weareables se refiere.

En la imagen que ilustra esta noticia se muestra cómo la batería en cuestión mantiene un poder constante e ilumina una LED roja en su posición normal, estirada al 70%, plegada y de nuevo en su forma original. A su vez, el vídeo también incluido evidencia una elasticidad que en cierto modo se asemeja a la de un chicle.

El trabajo de la institución académica estadounidense ha sido publicado en la prestigiosa revista ‘Nature’, artículo en el que puede comprobarse la complejidad que encierra, y a su vez sus claves se han expuesto resumidas en la ‘Stanford Engineering Magazine’.

El proyecto aborda un método para desacoplar la conductividad iónica de las propiedades mecánicas en los electrolitos poliméricos y ha dado lugar a un conductor de iones de litio supramolecular. La iniciativa nace de la necesidad de que, en línea con el auge de los weareables, que implican que las baterías se lleven cerca de la piel, estas sean seguras y cómodas.

El diseño supramolecular ha surgido a su vez como alternativa a las baterías de iones de litio que basan el transporte de iones en electrolitos líquidos que pueden resultar inflamables.

Los planes de sus impulsores, entre ellos Zhenan Bao, Yi Cui y David Mackanic, pasan por aumentar la densidad de energía de esta stretchable battery, construir versiones de mayor tamaño y, en definitiva, demostrar su funcionalidad fuera del laboratorio.

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